La
Dahlia o Dalia según la RAE, es una flor muy apreciada por su belleza
ornamental. A lo largo de la historia se han pagado grandes sumas de dinero
para adquirir semillas de las variedades más hermosas. Incluso se creó la
Sociedad Nacional de la Dahlia en Gran Bretaña en 1780. Sin embargo, a pesar de
que es la flor nacional de México, pocos saben sobre su historia e importancia.
Desde que llegaron a la península de Yucatán en 1519, los españoles no dejaron
de sorprenderse ante la extraordinaria belleza del territorio. Hernán Cortés
escribía al rey Carlos V en 1522: “... y sus infinitos árboles de diversas
frutas y muchas flores y hierbas olorosas que cierto es cosa de admiración ver
la gentileza y grandeza de esta huerta” (Cortés, en Grobet, 1982). Poco tiempo
después echaron hondas raíces en el suelo de la Nueva España y comenzaron a
explotar sus recursos naturales. Sin embargo, hubo un gran interés por
describir y catalogar todo aquello que fuera novedoso para los europeos.
Conquistadores, hombres de letras y frailes emprendieron la tarea de escribir
cartas de relación, historias y descripciones de la Nueva España.
En
1570, el médico del rey Felipe II, Francisco Hernández, fue enviado con la
tarea de emprender una exploración de las nuevas tierras y reportar todo lo que
encontrara. En su libro, "Historia de las Plantas de la Nueva
España", Hernández reporta dos especies de Dahlia conocidas por los
aztecas como Acocotli y Cocoxochitl, que significa pipa de agua o bastón de
agua.
En
1789, el director del Jardín Botánico de la Nueva España, Vicente Cervantes,
envió las primeras semillas de Dahlia al sacerdote y botánico padre Cavanilles
del Real Jardín Botánico de Madrid. Las semillas produjeron flores de
brillantes colores, razón por la cual comenzaron a cultivar y seleccionar las
más bellas para generar las grandes flores que ahora vemos. Cavanilles, quien
describió por primera vez la planta, la nombró Dahlia en honor al botánico
sueco, Andreas Dahl. Cavanilles se encargó de enviar semillas a diferentes jardines
botánicos en Europa: Berlín, Dresden, París y Montpellier. También se encargó
de enviarle semillas la esposa del embajador británico en España, Lady Holland.
Fue así como llegó hasta Londres. La dalia es una especie originaria de los
bosques templados del Sur y Centro de México. Los mexicas la cultivaron y
denominaron 'xicaxochitl', al parecer derivada de xicama y xóchitl, que
significa flor de jicama porque la planta se reproduce por bulbos. Los
españoles, quienes la llamaron jicamite, la llevaron a España. Está considerada
la flor nacional de México.
El
nombre dalia se usa comúnmente en casi todo el mundo, excepto en Rusia y en
Ucrania donde se la llama georgina/jorjina.
Foto cedida por Елена Р. Rusia |
Insistimos
en recordar que fue descrita por primera vez por el botánico y médico español
Francisco Hernández de Toledo que había llegado a México para estudiar su flora
y su fauna. Pero hasta 1780 no llegó la planta a Europa; fue cuando el
naturalista español Antonio José Cavanilles, siendo director del Real Jardín
Botánico de Madrid quiso mejorar su aspecto y sus instalaciones, para lo que
mandó traer bastantes semillas, Cavanilles la cultivó y logró una variedad que
nombró dalia variabilis, en honor del botánico sueco Anders Dahl. En el año
1804, el naturalista y explorador alemán Alexander von Humboldt envió otras
tantas semillas a Berlín. Se sabe que la reina de Francia Josefina era una
entusiasta de esta flor y en su jardín del palacio de Malmaison, en el
departamento de Altos del Sena cerca de París tenía una preciosa colección con
distintos ejemplares. A Inglaterra no llegó la dalia hasta después de las
guerras napoleónicas. La afición por esta flor fue en aumento y en 1820 ya
había disponibles más de 100 variedades y en 1840, más de 2.000.
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