Si
pudiera elegir mi paisaje
de
cosas memorables, mi paisaje
de
otoño desolado,
elegiría,
robaría esta calle
que
es anterior a mí y a todos.
Ella
devuelve mi mirada inservible,
la
de hace apenas quince o veinte años
cuando
la casa verde envenenaba el cielo.
Por
eso es cruel dejarla recién atardecida
con
tantos balcones como nidos a solas
y
tantos pasos como nunca esperados.
Foto cedida por Sandra Cohn. Estados Unidos |
Aquí
estarán siempre, aquí, los enemigos,
los
espías aleves de la soledad,
las
piernas de mujer que arrastran a mis ojos
lejos
de la ecuación de dos incógnitas.
Aquí
hay pájaros, lluvia, alguna muerte,
hojas
secas, bocinas y nombres desolados,
nubes
que van creciendo en mi ventana
mientras
la humedad trae lamentos y moscas.
Sin
embargo existe también el pasado
con
sus súbitas rosas y modestos escándalos
con
sus duros sonidos de una ansiedad cualquiera
y
su insignificante comezón de recuerdos.
Ah
si pudiera elegir mi paisaje
elegiría,
robaría esta calle,
esta
calle recién atardecida
en
la que encarnizadamente revivo
y
de la que sé con estricta nostalgia
el
número y el nombre de sus setenta árboles.
Mario Benedetti
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