viernes, 16 de septiembre de 2016

Lago Tahoe Parte II

 


Hola de nuevo a todos!!! Aquí estamos de nuevo para mostraros más maravillosas de mi querida amiga Sandra Cohn del lago Tahoe,  quería poner un texto muy especial lleno de magia y encanto,  me he puesto manos a la obra y cuando llevaba un párrafo me ha venido sin venir a cuento el libro del "Principito" y como a cuento nunca viene nada cuando te lo recuerda el corazón he decidido poner un fragmento del libro que tomado de la siguiente página, tan solo hay que pinchar aquí por si queréis leer algún fragmento más.

 


 El Principito, libro publicado en 1943 y escrito por Antoine de  Saint-Exupéry, que narra la historia de un aviador perdido en medio del Sahara, que en la tarea de arreglar su avioneta averiada, se encuentra con un pequeño príncipe proveniente de otro planeta. Y es en este encuentro donde se hacen amigos y donde el pequeño príncipe le comparte historias sobre el amor, el egoísmo y la maldad que la gente grande cree que es normal, pero que el principito se rehusa a aceptar.

 

Como bien dice en el libro “Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos” ya que pierdes la oportunidad de conocer muchas más cosas y por tanto de ampliar tus conocimientos y perspectivas de la vida.

 


 En fin, espero que encaje perfectamente las fotos de mi amiga con este toque fantástico lleno de realidad que supone este libro, espero que lo disfrutéis y a quien no lo haya leído que no dude en ir a una biblioteca y que lo disfrute en toda su inmensidad.

 

 

Al quinto día y también en relación con el cordero, me fue revelado este otro secreto de la vida del principito. Me preguntó bruscamente y sin preámbulo, como resultado de un problema largamente meditado en silencio:

—Si un cordero se come los arbustos, se comerá también las flores ¿no?

—Un cordero se come todo lo que encuentra.

—¿Y también las flores que tienen espinas?

—Sí; también las flores que tienen espinas.

—Entonces, ¿para qué le sirven las espinas?

 


Confieso que no lo sabía. Estaba yo muy ocupado tratando de destornillar un perno demasiado apretado del motor; la avería comenzaba a parecerme cosa grave y la circunstancia de que se estuviera agotando mi provisión de agua, me hacía temer lo peor.

—¿Para qué sirven las espinas?

El principito no permitía nunca que se dejara sin respuesta una pregunta formulada por él. Irritado por la resistencia que me oponía el perno, le respondí lo primero que se me ocurrió:

—Las espinas no sirven para nada; son pura maldad de las flores.

—¡Oh!

Y después de un silencio, me dijo con una especie de rencor:

—¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden. Se creen terribles con sus espinas…

 

 

 No le respondí nada; en aquel momento me estaba diciendo a mí mismo: “Si este perno me resiste un poco más, lo haré saltar de un martillazo”. El principito me interrumpió de nuevo mis pensamientos:

—¿Tú crees que las flores…?

—¡No, no creo nada! Te he respondido cualquier cosa para que te calles. Tengo que ocuparme de cosas serias.

Me miró estupefacto.

—¡De cosas serias!

Me miraba con mi martillo en la mano, los dedos llenos de grasa e inclinado sobre algo que le parecía muy feo.

—¡Hablas como las personas mayores!

Me avergonzó un poco. Pero él, implacable, añadió:

—¡Lo confundes todo…todo lo mezclas…!

Estaba verdaderamente irritado; sacudía la cabeza, agitando al viento sus cabellos dorados.

—Conozco un planeta donde vive un señor muy colorado, que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas. Y todo el día se lo pasa repitiendo como tú: “¡Yo soy un hombre serio, yo soy un hombre serio!”… Al parecer esto le llena de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!

—¿Un qué?

—Un hongo.

 


 El principito estaba pálido de cólera.

—Hace millones de años que las flores tiene espinas y hace también millones de años que los corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿Es que no es cosa seria averiguar por qué las flores pierden el tiempo fabricando unas espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante la guerra de los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor gordo y colorado? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en mi planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, ¿es que esto no es importante?

El principito enrojeció y después continuó:

—Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que las mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: “Mi flor está allí, en alguna parte…” ¡Pero si el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¡Y esto no es importante!

No pudo decir más y estalló bruscamente en sollozos.

La noche había caído. Yo había soltado las herramientas y ya no importaban nada el martillo, el perno, la sed y la muerte. ¡Había en una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, un principito a quien consolar! Lo tomé en mis brazos y lo mecí diciéndole: “la flor que tú quieres no corre peligro… te dibujaré un bozal para tu cordero y una armadura para la flor…te…”. No sabía qué decirle, cómo consolarle y hacer que tuviera nuevamente confianza en mí; me sentía torpe. ¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!







8 comentarios:

  1. Maravillosas fotos y maravilloso lugar, enhorabuena a los dos y besos.

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  2. Bonito relato el del principito y a corde con las fotos de Sandra que como siempre son una maravilla.
    Tiene mucha razón el principito le damos más importancia a cosas que no las tienen, que a lo verdaderamente importante;como nuestros hijos pequeños y adolescentes y lo que pasa a su alrededor,a las flores,los árboles y mucho más son cosas que hay que llevar muy dentro para luego recordar.
    He leído el principito y me encanta.
    Gracias por las fotos por enseñarnos que existen sitios maravillosos y por el pequeño relato del principito.
    Un abrazo grande.

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    1. Gracias!!! A ver, hay que ser mas niños en momentos determinados ya que la visión de la vida es mas acertada y más puro.

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