Yo
quise subir a una montaña,
pero
en su ladera me quedé o estoy,
quizás
porque no toque llegar a la cima,
tal
vez porque en ella ya no haya ilusión.
Yo
quise subir a una montaña,
pero
caí en el intento de llegar a su fin,
quizás
porque el fin sea la subida misma,
tal
vez porque el fin sea seguir y seguir.
Yo
quise subir a una montaña,
y
quiero por qué no llegar a ver su matiz,
poder
saborear de cada pedazo de tierra,
oler
el monte y no poner pegas para subir.
Foto cedida por Charlotte Maria Moroni. Suiza
Yo
quise subir a una montaña,
aunque
esfuerzo cuesta en su ladera seguir,
pues
obstáculos y pegas hay en su camino,
quizás
porque la vida sea salvarlos y ver el fin.
Yo
quise subir a una montaña,
pues
en ella veo el reflejo de vida asumir,
al
principio, en su pie, la infancia desnuda,
y
más tarde la ladera que exige madurez.
Yo
quise subir a una montaña,
aunque
su cima será ya el fin de mi fe,
pues
la cima es el final del camino, la llegada,
y
en ella sólo queda disfrutar y la vida acabar.
Yo
quise subir a una montaña,
aunque
quizás en la ladera me quedé,
tal
vez no he subido lo suficiente,
para
darme cuenta que existe belleza y saber.
Yo
quise subir a una montaña,
y
tal vez sin fuerzas lo hago sin un porqué,
quizás
porque sea eso la misma existencia,
para
saber que su subida es un inmenso placer.
Rosa Mª
Villalta Ballester
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