Foto cedida por Елена Р. Rusia
Iba una vez un niño caminando por un bosquecillo, cuando sobre un viejo árbol encontró una gran pizarra, con una caja de tizas de cuyas puntas salían brillantes chispas. El niño tomó una de las tizas y comenzó a dibujar: primero un árbol, luego un conejo, luego una flor...Mágicamente, en cuanto terminaba cada figura, ésta cobraba vida saliendo de la pizarra, así que en un momento aquel lugar se convirtió en un estupendo bosque verde, lleno de animales que jugaban divertidos. Emocionado, el niño dibujó también a sus padres y hermanos disfrutando de un día de picnic, con sus bocadillos y chuletas, y dibujó también los papeles de plata y las latas de sardinas abandonadas en el suelo, como solían hacer.
Foto cedida por Елена Р. Rusia
Pero cuando los desperdicios cobraron vida, sucedió algo terrible: alrededor de cada papel y cada lata, el bosque iba enfermando y volviéndose de color gris, y el color gris comenzó a extenderse rápidamente a todo: al césped, a las flores, a los animales... El niño se dió cuenta de que todo aquello lo provocaban los desperdicios, así que corrió por el bosque con el borrador en la mano para borrarlos allá donde habían caído. Tuvo suerte, y como fue rápido y no dejó ni un sólo desperdicio, el bosque y sus animales pudieron recuperarse y jugaron juntos y divertidos el resto del día.
Foto cedida por Елена Р. Rusia
El
niño no volvió a ver nunca más aquella pizarra, pero ahora, cada vez que va al
campo con su familia, se acuerda de su aventura y es el primero en recoger
todos los desperdicios, y en recordar a todos que cualquier cosa que dejen
abandonada supondrá un gran daño para todos los animales
Pedro Pablo Sacristán
¡Qué preciosa esta orquídea!
ResponderEliminarUn besito.
Gracias, por cierto no te apetece participar en el sorteo de la camiseta?
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