domingo, 29 de noviembre de 2015

Carretera en Invierno

Creemos, amor mío, que aquellos paisajes

se quedaron dormidos o muertos con nosotros

en la edad, en el día en que los habitamos;

que los árboles pierden la memoria

y las noches se van, dando al olvido

lo que las hizo hermosas y tal vez inmortales.

Foto cedida por Елена Р. Carretera en invierno. Rusia


Pero basta el más leve palpitar de una hoja,

una estrella borrada que respira de pronto

para vernos los mismos alegres que llenamos

los lugares que juntos nos tuvieron.

Y así despiertas hoy, mi amor, a mi costado,

entre los groselleros y las fresas ocultas

al amparo del firme corazón de los bosques.

Allí está la caricia mojada de rocío,

las briznas delicadas que refrescan tu lecho,

los silfos encantados de ornar tu cabellera

y las altas ardillas misteriosas que llueven

sobre tu sueño el verde menudo de las ramas

Sé feliz, hoja, siempre: nunca tengas otoño,

hoja que me has traído

con tu temblor pequeño

el aroma de tanta ciega edad luminosa.

Y tú, mínima estrella perdida que me abres

las íntimas ventanas de mis noches más jóvenes,

nunca cierres tu lumbre

sobre tantas alcobas que al alba nos durmieron

y aquella biblioteca con la luna

y los libros aquellos dulcemente caídos

y los montes afuera desvelados cantándonos.

 

Rafael Alberti

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