domingo, 1 de noviembre de 2015

Selva en la Isla

A las tierras sin nombres y sin números

bajaba el viento desde otros dominios,

traía la lluvia hilos celestes,

y el dios de los altares impregnados

devolvía las flores y las vidas.

 

Foto cedida por Tomas & Reme. Maldivas

En la fertilidad crecía el tiempo.

 

El jacarandá elevaba espuma

hecha de resplandores transmarinos,

la araucaria de lanzas erizadas

era la magnitud contra la nieve,

el primordial árbol caoba

desde su copa destilaba sangre,

y al Sur de los alerces,

el árbol trueno, el árbol rojo,

el árbol de la espina, el árbol madre,

el ceibo bermellón, el árbol caucho,

eran volumen terrenal, sonido,

eran territoriales existencias.

Foto cedida por Tomas & Reme. Maldivas

Un nuevo aroma propagado

llenaba, por los intersticios

de la tierra, las respiraciones

convertidas en humo y fragancia:

el tabaco silvestre alzaba

su rosal de aire imaginario.

Como una lanza terminada en fuego

apareció el maíz, y su estatura

se desgranó y nació de nuevo,

diseminó su harina, tuvo

muertos bajo sus raíces,

y luego, en su cuna, miró

crecer los dioses vegetales.

Arruga y extensión, diseminaba

la semilla del viento

sobre las plumas de la cordillera,

espesa luz de germen y pezones,

aurora ciega amamantada

por los ungüentos terrenales

de la implacable latitud lluviosa,

de las cerradas noches manantiales,

de las cisternas matutinas.

Y aun en las llanuras

como láminas del planeta ,

bajo un fresco pueblo de estrellas,

rey de la hierba, el ombú detenía

el aire libre, el vuelo rumoroso

y montaba la pampa sujetándola

con su ramal de riendas y raíces.

 

Foto cedida por Tomas & Reme. Maldivas


América arboleda,

zarza salvaje entre los mares,

de polo a polo balanceabas,

tesoro verde, tu espesura.

 

 

 

Germinaba la noche

en ciudades de cáscaras sagradas,

en sonoras maderas,

extensas hojas que cubrían

la piedra germinal, los nacimientos.

Útero verde, americana

sabana seminal, bodega espesa,

una rama nació como una isla,

una hoja fue forma de la espada,

una flor fue relámpago y medusa,

un racimo redondeó su resumen,

una raíz descendió a las tinieblas.

 

Pablo Neruda


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