Mburukujá
era una hermosa doncella española que había llegado a las tierras de los
Guaraníes acompañando a su padre, un capitán del ejercito de la Corona.
Foto cedida por Carmen Lluna, España |
Mburukujá
no era su nombre cristiano, sino el tierno apodo que le había dado un aborigen
guaraní a quien ella amaba en secreto y con el que se encontraba a escondidas,
ya que su padre jamás habría aprobado tal relación. En realidad, su padre ya
había decidido que ella desposara a un capitán a quién el creía digno de
obtener la mano de su única hija.
Cuando
le revelaron los planes de matrimonio, la joven suplicó que no la condenaran a
consumirse junto a un hombre que ella no amaba, pero sus ruegos solamente
lograron encender la cólera de su padre. La doncella lloró desconsolada,
tratando de conmover el inflexible corazón de su padre, pero el viejo capitán
no sólo confirmó su decisión sino que además le informó que debería permanecer
confinada en la casa hasta que se celebrara boda.
Foto cedida por Ina F. Alemania |
Mburukujá
debió contentarse con ver a su amado desde la ventana de su habitación, ya que
no estaba autorizada a salir a los jardines por la noche y difícilmente lograba
burlar la vigilancia paterna. Sin embargo, envió a una criada de su confianza
para que lo informara sobre su triste futuro.
El
joven indio no se resignó a perder a su amada, y todas las noches se acercaba a
la casa intentando verla. Durante horas vigilaba el lugar, y sólo cuando se
percataba de que los primeros rayos del sol podían delatar su posición se
retiraba con su corazón triste, aunque no sin antes tocar una melancólica
melodía en su flauta.
Foto cedida por Galina Chachkis. Israel |
Mburukujá
no podía verlo, pero esos sonidos llegaban hasta sus oídos y la llenaban de
alegría, ya que confirmaban que el amor entre ambos seguía tan vivo como
siempre. Pero una mañana ya no fue arrullada por los agudos sones de la flauta.
En vano esperó noche tras noche la vuelta de su amado. Imaginó que el joven
indio podría estar herido en la selva, o que tal vez había sido víctima de
alguna fiera, pero no se resignaba a creer que hubiese olvidado su amor por
ella.
La
dulce niña se sumió en la tristeza. Su piel, otrora blanca y brillante como las
primeras nieves, se volvió gris y opaca, y sus ojos ya no destellaron con
hermosos brillos violáceos. Sus rojos labios, que antes solían sonreír, se
cerraron en una triste mueca para que nadie pudiera enterarse de su pena de
amor.
Sin
embargo, permaneció sentada frente a su ventana, soñando con ver aparecer algún
día a su amante. Luego de varios días vio entre los matorrales cercanos la
figura de una vieja india. Era la madre de su enamorado, quien acercándose a la
ventana le contó que el joven había sido asesinado por el capitán, quien había
descubierto el oculto romance de su hija. Mburukujá pareció recobrar sus
fuerzas, y escapándose por la ventana siguió a la anciana hasta el lugar donde
reposaba el cuerpo de su amado.
Enloquecida
por el dolor cavó una fosa con sus propias manos, y luego de depositar en ella
el cuerpo de su amado confesó a la vieja india que terminaría con su propia
vida ya que había perdido lo único que la ataba a este mundo. Tomó una de las
flechas de su amado, y luego de pedirle a la mujer que una vez que todo
estuviera consumado cubriera sus tumbas y los dejara descansar eternamente
juntos, la clavó en medio de su pecho. Mburukujá se desplomó junto al cuerpo de
aquel que en vida había amado.
La
anciana observó sorprendida como las plumas adheridas a la flecha comenzaban a
transformarse en una extraña flor que brotaba del corazón de Mburukujá, pero
cumplió con su promesa y cubrió la tumba de los jóvenes amantes. No pasó mucho
tiempo antes de que los indios que recorrían la zona comenzaran a hablar de una
extraña planta que nunca antes habían visto, y cuyas flores se cierran por la
noche y se abren con los primeros rayos del sol, como si el nuevo día le diera
vida
Esta
historia la he podido leer en varios lugares, no se muy bien si es de una
persona u otra o realmente es una bonita leyenda, pero de esta planta he
encontrado más información como la que os comento a continuación:
Los jesuitas, identificaron la flor del
mburucuyá con los atributos de la pasión cristiana: la corona de espinas, los
tres clavos, las cinco llagas y las cuerdas con que ataron al Jesús en el
Calvario. Y en los rojos e irregulares frutos, los religiosos creyeron ver las
gotas coaguladas de la sangre de Cristo. Esta flor tan singular, se cierra como
si se marchitara al ponerse el sol, y se abre cobrando su brillo natural cuando
amanece.
La
cual tiene su propia leyenda la cual resumo en que una pequeña indigena fue
salvada de una fiera salvaje por manos de un sacerdote el cual falleció en la
hazaña.
Foto cedida por Carmen Lluna, España |
Una leyenda preciosa y muy interesante la identificación de los jesuítas sobre la Pasiflora.
ResponderEliminarUn abrazo.
es muy curiosa lo de los jesuítas!!!! a mi me ha llamado mucho la atención
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