Bastábale
al clavel verse vencido
del
labio en que se vio, cuando esforzado
con
su propia vergüenza, lo encarnado
a
tu rubí se vio más parecido,
sin
que en tu boca hermosa dividido
fuese
de blancas perlas granizado,
pues
tu enojo, con él equivocado,
el
labio por clavel dejó mordido;
si
no cuidado de la sangre fuese,
para
que, presumir a tiria grana,
de
tu púrpura líquida aprendiese.
Sangre
vertió tu boca soberana
porque
roja victoria amaneciese
llanto
al clavel y risa a la mañana.
Francisco de
Quevedo
Hombre, unos clavelitos no le habrían venido mal a estos versos de Quevedo ¡y eso que la foto es preciosa, eh!
ResponderEliminarUn besito.
Lo sé lo sé, pero es que al leerla ya deseaba ponerla y no me habían cedido fotos de claveles y no tenía propias,..jejejeje,...me has pillado
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