Corté
el manzano grande que tenía delante de la ventana.
Me
tapaba la vista, ésa era una razón, hasta en verano
estaba
oscura la habitación, además
en
el mercado de frutas ya
no
querían sus reinetas*.
Pensé
en lo que hubiera dicho
mi
padre, a él le gustaba
aquel
manzano.
Pero
lo talé.
Todo se hizo más luminoso, puedo ver todo el fiordo
y seguir mejor lo que pasa en todas las direcciones,
la casa está ahora más a la vista, se exhibe mejor.
No
quiero admitirlo, pero echo en falta al manzano.
Esto
ya no es como antes. Nos protegía del viento y daba
buena
sombra, el sol se filtraba por el ramaje
hasta
la mesa, y por las noches me solía recostar a escuchar
el
susurro del follaje. Y las reinetas, no hay
mejores
manzanas en la primavera, tienen un sabor
tan
aromático.
Me
duele cada vez que veo el tocón, cuando se haya podrido
lo
sacaré de la tierra y lo cortaré para leña.
Olav
H. Hauge
Pobre mazano
ResponderEliminarCierto.
EliminarPero que bonito poema
ResponderEliminarA mi también me lo parece
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