martes, 8 de diciembre de 2015

Fiordos noruegos



Corté el manzano grande que tenía delante de la ventana.

 

Me tapaba la vista, ésa era una razón, hasta en verano

 

estaba oscura la habitación, además

 

en el mercado de frutas ya

 

no querían sus reinetas*.

 

Pensé en lo que hubiera dicho

 

mi padre, a él le gustaba

 

aquel manzano.

 

Pero lo talé.

 

Todo se hizo más luminoso, puedo ver todo el fiordo

 

y seguir mejor lo que pasa en todas las direcciones,

 

la casa está ahora más a la vista, se exhibe mejor.

 

No quiero admitirlo, pero echo en falta al manzano.

 

Esto ya no es como antes. Nos protegía del viento y daba

 

buena sombra, el sol se filtraba por el ramaje

 

hasta la mesa, y por las noches me solía recostar a escuchar

 

el susurro del follaje. Y las reinetas, no hay

 

mejores manzanas en la primavera, tienen un sabor

 

tan aromático.

 

Me duele cada vez que veo el tocón, cuando se haya podrido

lo sacaré de la tierra y lo cortaré para leña.

 

 

Olav H. Hauge

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