El
rey Felipe V conoció el lugar hacia el año 1717 y, al año siguiente,
entusiasmado por su belleza y sus condiciones cinegéticas, compró los terrenos
con la intención de edificar un palacio. En el año 1721 comenzaron las obras.
La
primera intención del rey fue construir una residencia sin lujos, para
descansar y cazar. Más tarde, Felipe V y su segunda esposa Isabel de Farnesio
embellecieron y ampliaron el palacio. Felipe V se retiró a este lugar en 1724 y
durante los veinte años siguientes engrandeció los jardines y el palacio, que
fue usado como residencia de verano por todos sus sucesores hasta Alfonso XIII.
Los
jardines son uno de los mejores ejemplos que hoy se conservan de los jardines
del siglo XVIII.
Ocupan
146 hectáreas, de las que 67 son auténticos bosques. Los planos fueron
realizados por el ingeniero Merchán y los trabajos de jardinería por Botelou y
Carlier, quien diseñó en el terreno ascendente situado frente al palacio un
jardín dispuesto en tres ejes paralelos yuxtapuestos: La Cascada nueva, la
Carrera de Caballos y la Ría.
Está
formado con parterres y bosquetes delimitados con paredes de vegetación
formadas con carpe, y alineaciones de árboles, en especial tilos y castaños de
Indias. En el siglo XIX se introdujeron nuevas especies, sobre todo coníferas
como las monumentales sequoias, plantadas ante la Real Colegiata, en los
jardines del Medio Punto. Los
jardines se plantearon para tener más importancia que el propio palacio. El rey
Felipe V planteó su construcción de acuerdo con los gustos franceses, lo que
dio lugar a un jardín con abundantes adornos en las fuentes y las esculturas,
aunque más adelante, la influencia italiana de Isabel de Farnesio también se
hace notar en los jardines. Dentro
del conjunto destacan las fuentes, los grupos escultóricos y las estatuas
realizadas por Thierry, Demandré, Pitué, Fermín y Bousseau. Para completar el
conjunto se trajeron numerosas especies de árboles de diferentes lugares y
países: cedros, tilos, arces, castaños de indias y sequoias. Estatuas
de mármol blanco, y jarrones del siglo XVIII, decoran los parterres y avenidas
del jardín, que se completan con grandiosas esculturas en las fuentes, en plomo
pintado imitando bronce. Destacan
las de Neptuno, Apolo y Andrómeda en la amplia perspectiva de las Carreras de
Caballos; la Cascada de Anfítride, ante el Palacio; y las de las Ocho Calles,
el Canastillo, los Baños de Diana y la Fama.
El
agua que alimenta sus surtidores llega desde un gran depósito llamado "El
Mar", situado por encima de la zona ajardinada, que recibe su caudal de
los montes cercanos. Por la fuerza de la gravedad, como en el siglo XVIII, el
agua de algunos surtidores alcanza los 40 metros de altura, como el de la
fuente de la Fama. |
Es precioso, me encanta.
ResponderEliminaryo todos los años voy a Segovia y es imprescindible ir a la Granja a mi me encanta. Besetes
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