Hay
veces que crees que has visto todo lo que hay alrededor de tu ciudad y das por
hecho que no quedan lugares, bonitos y con encanto que te puedan sorprender.
Menos mal que tengo a mi lado quien siempre quedan sitios por descubriry tuve
la suerte de conocer,...
El
Puerto de Catarroja
En
su momento contó en época romana co un puerto situado más próximo a Catarroja,
hoy desaparecido. No obstante este está considerado como el Port de mayor
entidad, de entre los que han resistido al paso del tiempo, consolidándose como
un verdadero referente de port albuferenc.
En ese lugar, donde nace la Acequia del Port de Catarroja, sus motas han visto partir a generaciones de pescadores con susa redes y descargar, todavía hoy, la mercancia capturada.
Uno
de los principales accesos del Parque de la Albufera. Siempre ha sido punto de
enlace con otras localidades mediante transporte navío. La construcción del
Cami del Port se realizó alrededor del siglo XVI cuando el puerto original se
quedó pequeño debido a las necesidades de la población.
Desde
los inicios de la historia del Puerto de Catarroja, el Port era un punto de
unión económico y social entre los primeros ciudadanos del municipio. El Puerto
de Catarroja representó uno de los accesos de la Albufera desde que los romanos
se asentaron en la ciudad de Valencia y desde entonces siempre ha tenido
actividad pesquera. Posteriormente, una de las actividades que más se
realizaban alrededor de la zona era el cultivo de arroz en la época árabe.
El
puerto originario iniciaba al final de la zona de la Rambleta pero desapareció
en el siglo XVI cuando se hicieron las reformas que se pueden ver hoy en día en
el puerto actual. Esta construcción se realizaron puesto que se precisaba de un
mayor cultivo de arroz debido al aumento del a la población en Catarroja.
Gracias a la prosperidad señalada sobre el Puerto de
Catarroja se crea una cultura muy rica con diferentes actividades que pasan a
ser tradición y vida de la zona de la Albufera. A finales del siglo XIX se
implantaron tiendas y tascas para cubrir las actividades de los trabajadores de
la Albufera, como La Primitiva, Casa Baina y Casa Sulema, esta última
reconvertida en museo.
Hasta aquí, llegaron ilustres visitantes de la capital por sus afamadas tiradas de aves acuáticas, tan afamadas que, hasta Vicente Blasco Ibañez o el mismo Alfonso XIII no pudieron rechazar la experiencia de sucumbir a una madrugada cinegética.