viernes, 13 de agosto de 2021

Miguel Barnades

 


Médico, naturalista y botánico español.

Nacimiento:  1708 en Puigcerdá, Cataluña, España

Fallecimiento: 1771 en Madrid, España



Vida y obra

Médico y botánico catalán, de la escuela de Montpellier, en cuya universidad obtuvo el doctorado, y donde comenzó su labor botánica. Fue médico del rey Carlos III y del duque de Alba. Como el propio Barnades registra, con la muerte de José Quer, hasta entonces profesor del Real Jardín Botánico, fue nombrado Barnades primer profesor de botánica en 1764. A Quer y a Juan Minuart, boticario del ejército, le habían encargado con anterioridad la enseñanza de esa disciplina en el citado jardín situado en el Soto de Migas Calientes. Tanto Quer como Minuart y Barnades pertenecían a la Academia Médica Matritense que se había creado en 1734. Este último compartió su labor en la enseñanza de la botánica con la teórica y práctica, de escribir y herborizar. Recorrió así Asturias, Valencia, Castilla y Mallorca, acopiando un buen número de especímenes botánicos. La experiencia adquirida en este campo y sus numerosas lecturas le sirvieron para publicar sus Principios de Botánica en 1767.


La abreviatura Barnadez se emplea para indicar a Miguel Barnades como autoridad en la descripción y clasificación científica de los vegetales

Mientras Quer y Minuart eran defensores del sistema clasificatorio de Joseph Pitón de Tournefort, que difundieron y aplicaron en el Real Jardín, Barnades se inclinaba por el de Linneo. Esto no quita para que en su libro elogiase a Quer, y aparezca la recomendación de Minuart de que se publicase, pues contenía los fundamentos más necesarios para quienes desearan aprender esa ciencia, ya que estaba conforme con los autores más clásicos y explicado con propiedad, precisión y claridad.

 

Hispidella hispanica. Foto propiedad de Jacinta Lluch Valero

Barnades coincide con la visión utilitaria que caracterizó al siglo XVIII, y que consideraba a la botánica como una de las profesiones más necesarias a la salud pública y la más útil para la prosperidad de un país a través de la agricultura, la cría de ganados, los tintes, varias manufacturas y el comercio que, en su opinión, importaban mucho a la economía del Estado.

 

Su libro incluye un resumen histórico de la botánica; un capítulo dedicado a la necesidad y recomendación de esa materia; otro de la botánica en general, otros de las plantas y sus divisiones o partes de las plantas, fructificaciones o frutos, y un preludio sobre la faz o traza de las plantas. Barnades pensaba publicar  una segunda parte de su libro al año siguiente, donde expondría lo concerniente al método de conocer clara y distintamente las plantas y nombrarlas con propiedad.

 

Propondría, además, el sistema de su distribución por clases, órdenes y familias que estimaba más fácil y adaptable a los principiantes; y al final de cada parte añadiría un índice alfabético de los términos botánicos latinos y otro de los equivalentes en castellano.

 

Ese mismo principio que animaba a otros autores de la época más modernos, sobre todo en Francia e Inglaterra, a no escribir en latín sino en las lenguas vernáculas, por cuanto ofrecían mayores matices a la hora de describir los especímenes y partes en las ciencias naturales, explica el trabajo de quince años que dedicó Barnades a recoger en los diccionarios y autores más acreditados en botánica las voces más adecuadas; pero no sólo se ciñó al lenguaje culto, sino que también se apropió de las de los términos de la gente de campo que trabaja la tierra y apacienta el ganado; y cuando no encontró los términos adecuados, los inventó, tal y como hacían griegos, romanos y botánicos.

 

En la primera parte de la historia de la botánica hace un recorrido, partiendo de los griegos, pasando por los árabes y confluyendo en los siglos XVII Y XVIII. Al primero de éstos lo califica como la época de los ordenadores de la botánica, y al segundo, la de los reformadores.

 

Aquí se detiene en Linneo, cuya obra, dice, ha enriquecido la botánica; y expresa que no se detendrá en ella porque su doctrina está acreditada en toda Europa. Recomienda su Filosofía Botánica y el Genera Plantarum. Asimismo hace referencia a los trabajos de Ludovico, Haller, Sauvages, Duhamel, y en especial de Oeder y Adanson. Todo ello revela lo actualizado que estaba Barnades en su materia.

 

Como estos reformadores, Barnades parece inclinarse por Linneo, pues consideró sus obras claras, precisas y porque su método clasificatorio artificial se basaba en la fructificación, flores y frutos, de más de mil géneros de plantas, como elementos esenciales para dicha clasificación. Sin embargo, su posición es algo ecléctica, por cuanto pone junto a Linneo, a Adanson, un defensor de las clasificaciones naturales, basadas sobre todos los caracteres más que en unos pocos, como hacía Linneo, lo que provocó la desaprobación de este último. Recomendó, por tanto, a ambos autores, especificando que la obra de Adanson podía servir de modelo a los escritores de botánica, y seguir sus consejos podía encaminar esta ciencia a un grado de certeza del que carecía por entonces; aseguró, además, que, junto con la de Linneo, eran importantes para la botánica médica, pues las plantas de una misma familia natural y mucho más la de un mismo género natural tenían unas virtudes semejantes, por lo que el conocimiento de las afinidades naturales de las plantas era muy útil para conocer sus posibles aplicaciones.

 

Según Camarasa, Barnades preparaba su obra Specimen Florae Hispanicae cuando murió en 1771 sin haberla concluido; dejó una buena cantidad de manuscritos y herbarios, que su hijo, el doctor en medicina por la universidad de Montpellier, Miguel Barnades y Claris (c. 1750-1801) intentó completar.


Toda la información se ha obtenido de la Real Academia de la Historia y con alguna pincelada de la wikipedia. La fotografía se ha obtenido de Flickr siendo propiedad de Jacinta Lluch Valero.

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