Desde
Plantukis hemos decidido desde hace un par de días no publicar ni un solo
evento por la situación mundial en la que nos estamos sumergiendo.
Muchos
de los eventos ya han sido cancelados y otros no sabemos en qué situación están,
por ello decidimos de momento no aportar nosotros ninguna información que no esté
contrastada y aconsejar a la ciudadanía del planeta tierra donde la cosa se está yendo
de madre por favor quedaros en casa, no os alarméis, emplear el sentido común y
poneros a ordenar la casa que mejor ocasión imposible.
Por
otro lado, decir que desde Plantukis iremos publicando nuestros diseños que os
lo cuidaremos hasta que el tema se normalice
y empiece a ir mejor, así como
fichas botánicas y recomendación de libros.
Y
ahora por último os recomiendo que leáis esta cita traducida al castellano de
F. Morelli, que seguro que muchos ya habéis hecho:
“Creo
que el universo tiene su manera de devolver el equilibro a las cosas según sus
propias leyes, cuando estas se ven alteradas. Los tiempos que estamos viviendo,
llenos de paradojas, dan que pensar...
En
una era en la que el cambio climático está llegando a niveles preocupantes por
los desastres naturales que se están sucediendo, a China en primer lugar y a
otros tantos países a continuación, se les obliga al bloqueo; la economía se
colapsa, pero la contaminación baja de manera considerable. La calidad del aire
que respiramos mejora, usamos mascarillas, pero no obstante seguimos
respirando...
En
un momento histórico en el que ciertas políticas e ideologías discriminatorias,
con fuertes reclamos a un pasado vergonzoso, están resurgiendo en todo el
mundo, aparece un virus que nos hace experimentar que, en un cerrar de ojos,
podemos convertirnos en los discriminados, aquéllos a los que no se les permite
cruzar la frontera, aquéllos que transmiten enfermedades. Aún no teniendo
ninguna culpa, aún siendo de raza blanca, occidentales y con todo tipo de lujos
económicos a nuestro alcance.
En
una sociedad que se basa en la productividad y el consumo, en la que todos
corremos 14 horas al día persiguiendo no se sabe muy bien qué, sin descanso,
sin pausa, de repente se nos impone un parón forzado. Quietecitos, en casa, día
tras día. A contar las horas de un tiempo al que le hemos perdido el valor, si
acaso éste no se mide en retribución de algún tipo o en dinero. ¿Acaso sabemos
todavía cómo usar nuestro tiempo sin un fin específico?
En
una época en la que la crianza de los hijos, por razones mayores, se delega a
menudo a otras figuras e instituciones, el Coronavirus obliga a cerrar escuelas
y nos fuerza a buscar soluciones alternativas, a volver a poner a papá y mamá
junto a los propios hijos. Nos obliga a volver a ser familia.
En
una dimensión en la que las relaciones interpersonales, la comunicación, la
socialización, se realiza en el (no)espacio virtual, de las redes sociales,
dándonos la falsa ilusión de cercanía, este virus nos quita la verdadera
cercanía, la real: que nadie se toque, se bese, se abrace, todo se debe de
hacer a distancia, en la frialdad de la ausencia de contacto. ¿Cuánto hemos
dado por descontado estos gestos y su significado?
En
una fase social en la que pensar en uno mismo se ha vuelto la norma, este virus
nos manda un mensaje claro: la única manera de salir de esta es hacer piña,
hacer resurgir en nosotros el sentimiento de ayuda al prójimo, de pertenencia a
un colectivo, de ser parte de algo mayor sobre lo que ser responsables y que
ello a su vez se responsabilice para con nosotros. La corresponsabilidad:
sentir que de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú
dependes de ellos.
Dejemos
de buscar culpables o de preguntarnos por qué ha pasado esto, y empecemos a
pensar en qué podemos aprender de todo ello. Todos tenemos mucho sobre lo que
reflexionar y esforzarnos. Con el universo y sus leyes parece que la humanidad
ya esté bastante en deuda y que nos lo esté viniendo a explicar esta epidemia,
a caro precio.
Grandes verdades. Pero por desgracia amigo Raúl el ser humano tiende a olvidar pronto y cuando esto pase volveremos a las mismas actitudes y gilipolleces de siempre, sin darnos cuenta que todos estamos aquí de paso, que la vida es otra cosa muy distinta a la que estamos habituados la gran mayoría de europeos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y cuídate amigo.
Juan cuanta razón tienes pero soy muy cabezon y me cuesta reconoces o no quiero que el ser humano llega a ser tan tonto.
EliminarUn abrazo enorme.
Raúl, esperemos que todo vaya bien. La entrada es preciosa, me ha gustado mucho. Besitos.
ResponderEliminarEso deseamos todos. Un abrazo enorme Teresa!!!!
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