viernes, 30 de agosto de 2019

HÁBLAME DE HADAS



Hace un tiempo deje de ver hadas. No sé si debido a la intolerancia al rosa, las series de ponis  o a los unicornios voladores.  Tal vez a la maldita madurez condicionada por el poco tiempo y el mucho trabajo, a las miradas incrédulas o a esa lacra llamada showciedad que pone unas velocidades, normas y criterios de las cuales no debes salirte. O quizás tan solo me hice mayor y pensé que sinceramente ya no debían de estar a mi lado.


Las circunstancias que están sucediendo desde hace unos meses en la vida cotidiana me ha hecho ver demonios con corbata que lideran países y llaman a masas a creer mentiras para pisotear personas o destruir recursos del planeta con un denominador común que, aunque muy escondido, repiquetea al tintineo de las monedas. Entonces, en la inmensidad de mi ignorancia me da por pensar que si existen demonios solo hay que buscar las hadas.


No creo que sea cuestión del bien o el mal, no vuelo tan alto, ni pienso valorarlo. Tan solo creo que somos muchos las que dejamos de ver hadas porque renunciamos a ser niños y también, los más tardíos, de ser sinceros consigo mismo. Nos engañamos por aparentar, por ser y estar, por tener. Somos fruto del posicionamiento emocional, nos fiamos del  algoritmo de Euclides para obtener el máximo común divisor de dos enteros positivos, o el método de Gauss para resolver un sistema lineal de ecuaciones pero no valoramos a las personas por como están, que piensan y que sienten.


Hemos dejado de soñar en las hadas pero nos fiamos de lo que nos dicen nombres desconocidos en las redes sin contrastar sus opiniones. Nos venden necesidades  enmascarada en ambiciones, cuando tan solo deberíamos de volver a creer en ellas, ¡qué narices!, y en los unicornios voladores y en el rosa como estandarte de los ilusos, que somos personas que tan solo necesitamos un minuto de ese tiempo, que tanto nos ahoga, para saber que no va bien la cosa que nos rodea y pensar que la supervivencia es la tapadera del egoísmo, donde el soñador debe dejar de ser burla del inconsciente para ser escaparate de ejemplo.

Espero que las hadas  ocupen  vuestro tiempo y con esto termina este cuento de momento.


6 comentarios:

  1. ¡Impresionante reflexión! Me dejas impactada, amigo Raúl, de esa necesidad de creer en hadas, en soñar, en ver la vida con la mirada de niño, yo creo es eso.
    Mil besos!

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    1. Mil gracias!!! Jolín,..me he puesto colorado y más te digo fuéramos más niños andaríamos mucho mejor en la vida, tanto menta, como físicamente. Besotes mil

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